Hace alrededor de un año, en Septiembre de 2011, empecé a hacer algo. Algo que me cambió.
Por septiembre del año pasado, empecé a correr. Si, yo, que jamás hice un deporte, que lo que más padecía eran las 12 vueltas que tenía que dar en gimnasia en el colegio, que probé mil cosas que no me duraron más de 3 meses, empecé a correr.
Al principio era muy vergonzoso, imagínense, dar 1 vuelta a una plaza que no llega a los 400mts y quedarse sin aire, sin piernas y que al otro día me doliera todo, es vergonzoso. Pero, seguí, corrí carreras de 5 km, de 7 km, de 8 km y de 10 km, y un día me encontré en Rosario corriendo mi primer medio maratón. Y este domingo corro mi segundo medio maratón. No sé a Uds, pero eso, a mí, me parece increíble.
En algún momento algunos no me entendieron, y quizá, aunque no me lo dijeron, se enojaron, porque sacrifique cosas por entrenar, por ir a las carreras. Sin afán de refregar nada a nadie, no me arrepiento, no me arrepiento de haber sacrificado algunas cosas, por hacer algo que disfruto mucho, que me relaja.
Empezar a correr me cambió. Me cambió el cuerpo, me cambió los hábitos alimenticios, me cambio la cabeza. Aprendí que eso que siempre escuché: “Hacer ejercicio es bueno”, “Es importante para la salud”, es muy real, y necesario. En un año pase de correr 400 metros, a poder correr 21.097 metros, eso significa que mejoré mi masa muscular, aumente mi capacidad aeróbica, aprendí a controlar la respiración, a elongar los músculos, aprendí que es importante hidratarse, que es vital alimentarse bien. Llegar de trabajar cansado, y salir para la plaza a entrenar, aunque parezca aún más cansador, no lo es, es revitalizante, desestresante. Me cambió la cabeza, porque ahora, cuando tengo que hacer algo que me parece imposible, me acuerdo de que hace alrededor de un año, no podía correr tres cuadras y media porque parecía que me moría, y me doy cuenta de que si se pueden hacer las cosas, cuando realmente se quiere y algo se hace con pasión, se puede.
Debería agradecerle a muchas personas, principalmente a tres, a Diego, que como siempre me sigue bancando en las locuras que se me ocurren, que es un gran compañero de entrenamientos y me alienta a dar siempre un poco más. A mi amiga Marisa, que fue con la que empezamos a correr, de a poco, compartiendo risas, charlas interminables, dolores, deportólogo y excelentes carreras, desde nuestra primera carrera de 5 km hasta nuestro primer medio maratón juntas en Rosario. Y un gran agradecimiento a mi entrenador, Leandro, que me soporta con todas las preguntas, quejas, ausencias a los entrenamientos, te agradezco por estar atento en los entrenamientos, por el aliento, por las hermosísimas pasadas de 4000.
Gracias a que empecé a correr, conocí a un grupo de excelentes personas, con las que comparto mis entrenamientos, las carreras, cenas y salidas. Este gran grupo no compite entre sí, porque cuando corremos, competimos contra nosotros mismos, competimos contra el reloj, pero no contra nuestro compañero de entrenamiento. Sin este hermoso grupo, los entrenamientos no serían lo mismo.
Repaso una y otra vez los álbumes de fotos que tengo de cada carrera en la que participé, y es increíble ver que en todas tengo una sonrisa muy verdadera. Esas sonrisas que ocupan toda la cara y que se ven reales, no se ve cansancio, ni dolor (que también tengo cuando termino una carrera), se ve una sonrisa, limpia, llena de felicidad, solo por lograr y alcanzar la meta, primera, última, nunca importa eso, lo importante es que llego, y lo disfruto.
Si alguno se pregunta por qué se me dio por publicar esto, no sé por qué, pero tenía ganas, y si alguno de los que lee se anima a empezar a correr, o a hacer alguna actividad que los mueva, los llene…los felicito por adelantado!